Las magias de Galeano

En 1942, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.

 

Los hijos de los días

Convivir

Ellos creían que era amor lo que quedaba. Lo confundían con acompañar, con convivir, obviando las paredes que los separaban.

Creían que el tiempo que pasaron juntos  era sinónimo de buenos tiempos, solo porque fueron años, casas, hijos.

Confundían las relaciones, cuidándose como a un hijo, queriéndose como amigos, tratándose como compañeros.

Hasta que llegó el momento, cual baldazo de agua fría, en que se vieron como a un desconocido, con destellos de esa persona que amaron alguna vez… O que siguen amando, pero de otra forma, a otro ritmo, con otra intensidad, con otras ganas.

Amar no es dejar un plato de comida en el microondas, preocuparse en los viajes, dar un beso en ocasiones muy especiales o medio sonreír por no abrazar.

O quizás si, quién sabe.

A estas alturas, cuanto más experiencia en la vida tienen, más confunden las cosas simples, más se cierran a lo que ya conocen, más se encierran, menos se conocen.