Rutina

Me levanto en Panamá, a veces con la mente en Catamarca. Tomo un jugo de frutas y me cruzo a la agencia. Literal, tengo la suerte de no tener que subir a nada que me transporte, ni caminar con la música fuerte – como si bordeara la sordera, muy efectiva ante los piropos -, para llegar al trabajo.

En la oficina el tiempo pasa rápido. Conversamos, pensamos, resolvemos “Jiras”.

A media mañana suelo tomarme media horita para ir hasta Nueva Córdoba. Siempre tengo asuntos que resolver allá, la comunidad suele estar agitada, con mucho para compartir o pedir. Vuelvo.

Pasa la tarde, a veces un poco más lenta que la mañana y tipo 6 me voy al gimnasio. Otro mundo. Uno cree que más superficial, donde todos están preocupados por su cuerpo, pero la verdad es que la gente está más preocupada por su salud. Me encanta poder transpirar mi día y sumergirme en ese mundo que no es el mío, pero con el que comparto ciertos intereses.

Vuelvo a casa, cenamos. Me meto en el rápido resumen del día de Max. Es difícil charlar con él sin volver de vez en cuando a Nueva Córdoba, me llaman todo el tiempo.

Antes de salir para Miami, suelo sentarme en el balcón a charlar con Mario (Vargas Llosa). Me cuenta sus pensamientos, los interpreto, y por más que comparta algunos y otros no tanto, lo entiendo. Es evidente que esté tan enojado con la sociedad, a mi también me estresa un poco.

Después me voy a Miami por dos capítulos, para ser exacta. Allá me altero reviviendo los días ajetreados que tienen Dex y Deb, íntimos amigos míos. No tuve tiempo de decirle a Dexter (el viaje es muy corto), que hace falta más gente como él en el planeta, que lo limpie un poco.

Intento dormir pero me cuesta, los encuentros con los chicos me dejan exaltada.

Mientras caigo en ese sueño – nunca muy profundo -, pienso que fue un día más, pero en realidad, como todos los días, anduve de acá para allá.

Reencuentro con profes (lo que me dejó)

Cuando somos adolescentes no valoramos a los buenos maestros. Solo nos interesa que la hora se pase rápido para hacer todo lo que tenemos que hacer: nada.

Durante un encuentro con profesores de Historia y Antropología donde expusimos el diseño para los “cuaras” (monedas de 25 centavos de dólar) con motivo de los 500 años de la Ciudad de Panamá, escribí:

Ojalá valoráramos a tiempo a esos buenos profes… Los fanáticos, los predispuestos. Esos que no tienen idea de lo nuevo, pero que a lo viejo, se lo saben de memoria.

Aprendé, que después vas a extrañar a quien todos los años enseña lo mismo, pero que te lo explica con la pasión de la primera vez.

Nunca me voy a olvidar de este vino

Cerrar etapas se vuelve simbólico cuando el año está a punto de terminar, pero lo que acaba de pasar, es cerrar. Es abrir.

Que lo que creías que estaba perdido haya renacido, haya desprendido; me hace despegar, me deja pensando… Me invita a tomar otro sorbo de Hall.

Amo ser parte de esta familia, tan complicada, tan fuerte, que saca dolores físicos; pero que cuando habla, te abre el mundo.

Amo la intensidad, las cosas que callamos, pero que estallan en ese momento.

Me cuesta decir “te amo”, pero de verdad los amo y mucho, muchísimo más que eso.

Feliz 2017.

Algo del faro de Verne.

“La realidad logra sobreponerse a la fantasía. El faro, soñado como símbolo de progreso, en manos de la barbarie, responde a una época y a un modelo de país que se contradice permanentemente. ¿Para qué sirve un faro abandonado? ¿Para qué construir un faro en el desierto? Solo dentro de un paradigma tecnocientífico esta fantasía era posible y realista.  Solo en un país que niega sus raíces , el absurdo puede convertirse en imprescindible, puede convertirse en un acto heroico del gobierno.”

Cumpliendo el ciclo

Vuelven los amores.
Vuelven los hits, la moda, lo  prohibido, los estilos.
Vuelve a pasar el tren y lo volvemos a dejar pasar.
El tren de la muerte. El tren de la vida.

Lo que nació, está muriendo. Lo que murió, hoy nace otra vez.

Bienvenidas todas las vidas nuevas. Adiós a las que la vivieron.

Mi migraña por Cortázar

Cuchilladas y punzadas. Dolor de estallido; como si se empujara el cerebro; peor agachándose, como si el cerebro cayera hacia afuera, como su fuera empujado hacia adelante, o los ojos estuvieran por salirse. (Como eso, como aquello, pero nunca como es de veras.) Peor con los ruidos, sacudidas, movimiento, luz. Y de pronto cesa, la sombra y la frescura se la lleva en un instante, nos deja una maravillada gratitud, un deseo de correr y sacudir la cabeza, asombrarse de que un minuto antes…

Vuelvo y…

Noto melancolía, siento impaciencia e intolerancia. Me siento intolerante. No aguanto el calor, no aguanto el viento.
Veo a los de antes como siempre. Siento que los días no pasaron o pasaron muy de golpe.
Sé que a la vida hay que vivirla. Veo que muchos no lo hacen. Siento que me muero por hacerlo.
Veo que todo sigue igual pero distinto.
Vuelvo y siento que nunca me fui.

#NiUnaMenos

Te faltarían historias.
Te sobrarían muchas.
Te faltaría su duda.
Te sobraría la lucha.
Te faltarían un te quiero.
Te sobraría un te amo.
Te faltaría ella,
¿la seguirías matando?